LA COMUNICACIÓN EN LA FAMÍLIA
COMUNICARNOS PARA COMPRENDERNOS
La influencia de nuestras emociones en nuestros/as hijos/as.

La comunicación en la familia es la clave para comprendernos y la autoregulación de las emociones juega un papel promordial. Esta autorregulación es una capacidad racional y voluntaria que se aprende desde los primeros años de vida. 

Su desarrollo dependerá de la interacción externa (los medios y personas que nos rodean), y de la interacción interna (el temperamento, emocionalidad y mecanismos de control comportamental).

Este desarrollo forma parte del proceso de socialización, que tiene como objetivo controlar los impulsos y emociones para relacionarse de forma adecuada. Es aquí donde la familia tiene un papel fundamental. El ambiente de crianza y los progenitores influyen directamente en cómo los/as niños/as aprenden a controlar sus emociones. La familia tienen un papel complicado como modelos y guías. Trabajar la comunicación en la familia nos ayudará a entener mejor los diversos procesos, tanto de los/as niños/as, como de los/as adultos/as. 

La comunicación forma parte del proceso; tanto la verbal como la no verbal: gestos, posturas y expresiones faciales proporcionan información sensible sobre nuestras intenciones, sentimientos y personalidad. Por eso, hablar es mucho más que decir palabras; escuchar es más que estar atentos a lo que alguien nos dice. Comunicando se comparte todo, lo racional y lo emocional. 

En épocas donde los padres y madres se encuentran bajo un nivel de estrés elevado, o pasando situaciones concretas que provocan ansiedad, se puede llegar a formar un ambiente hostil, resultando de ello una sobreactivación familiar y emocional en el niño. Esta sobreactivación conduce a problemas de ansiedad, ira e irritabilidad. 

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Estas variaciones que sufrimos los adultos nos afectan emocionalmente y, por tanto, pueden afectar a nuestros hijos de tal manera que ocasionen confusión en los/as más pequeños/as, creando conductas imitativas erróneas. Además de la repercusión emocional, se pueden llegar a dar, en casos más graves, síntomas psicofisiológicos: dificultades para respirar, tensión muscular, dolores de cabeza, etc… Metafóricamente, los padres son espejos para las emociones de sus hijos.

Los/as niños/as con necesidades especiales, o problemas en el desarrollo, son especialmente sensibles a sus distintos entornos. Su entorno familiar influye directamente en su desarrollo, facilitando o dificultando los procesos; su entorno escolar será la salida al mundo. Las maestras y maestros con su ayuda, empatía y respeto ayudarán a mejorar la socialización y el aprendizaje.

Las terapeutas especialistas en estimulación integral y que trabajan con niños/as con dificultades en el desarrollo son un eje fundamental en este proceso. 

Desde el CEI, existen tres disciplinas fundamentales para el desarrollo de estas habilidades, que trabajan de forma multidisciplinar para ofrecer las herramientas que favorezcan la interacción externa e interna y la autónoma, fundamental en el desarrollo de la autorregulación de las emociones. Y, por supuesto, también nos pueden orientar en cómo mejorar la comunicación en la familia. 

  • Terapeutas Ocupacionales, favorecen la autonomía, así como el área socio-emocional.
  • Neuropsicólogas, especialistas en la relación que guarda la conducta con las funciones ejecutivas del cerebro. 
  • Logopedas, facilitan las herramientas para la comunicación entre padres e hijos, comprensión de situaciones que se enfrentan y cómo expresarse.  

Comunicarnos para entendernos, empatizar y comprender a nuestros hijos es darle las herramientas para el éxito de la inteligencia emocional.

etiqueta laura montoya

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