La conducta adaptativa es un concepto que reúne las habilidades prácticas que tiene una persona para afrontar las circunstancias del día a día. Nos permite medir cómo las personas funcionan dentro de un ambiente determinado.
Es un concepto amplio porque involucra tres grandes dimensiones de la persona:
La conducta adaptativa es evolutiva ya que el dominio de las habilidades se desarrolla con la edad, y relativa, puesto que no puede ser interpretada en carácteres absolutos, deben ser tenidas en cuenta las características, expectativas y oportunidades del entorno que facilitan, o son un impedimento, para la expresión de estas habilidades.
Así tenemos que tener claro que:
Imaginemos un adolescente que está apunto de presentar un proyecto en clase. Nervioso, muerde el lápiz, mueve la pierna y tamborilea con los dedos sobre el escritorio. Todas estas acciones son maneras adaptativas de gestionar su estado emocional, ajustadas a sus necesidades y al entorno. Ahora, por el contrario, imaginemos que empieza a gritar y golpear a su compañero de pupitre. Sigue siendo una forma de manejar el estrés, se ajusta a sus necesidades, pero no a su ambiente, pasando a ser una forma no adaptativa de gestionar sus emociones.
Aunque nos resulte extraño pensar en un adolescente con este comportamiento, en los niños y niñas es muy común. Su flexibilidad, control de impulsos o el manejo de emociones, no están desarrollados y, muchas veces, la forma de expresarse frente a determinadas situaciones no será la adecuada.
Pero solo el 50% depende del/a niño/a. El entorno tiene la capacidad de interpretar nuestro comportamiento y reaccionar a este, adaptándose o rechazándolo. Más de una vez ha pasado que un niño que en un cole es tachado de nervioso y disruptivo, llega a otro donde están más atentos a sus necesidades de movimiento, y trabajando desde sus fortalezas, la imagen que tienen de él es completamente diferente, impactando de forma positiva tanto en la familia como en la autoimagen del niño.
Asi, en la práctica, el concepto de conducta adaptativa no es blanco o negro y debemos recordar que podemos encontrarnos conductas que sí que estén cumpliendo una función para el niño aunque desde fuera puedan parecer desadaptativas, como suele pasar con las conductas derivadas de las necesidades de regulación.
Por eso ante cualquier conducta del niño o la niña, antes de reaccionar debemos aprender a:
La amplitud de las áreas a evaluar requiere de la participación del entorno inmediato de la persona, familiares y educadores.
Hay que evaluar diversas áreas que guardan relación con la conducta adaptativa: habilidades de comunicación, ocio e interacción social, autocuidado, habilidades motoras, seguimiento de instrucciones, …
Debemos tener en cuenta que existe cierta influencia de las percepciones e interpretaciones personales del observador; la forma de interpretar el entorno de una persona siempre va a influir en cómo entiende el comportamiento de los demás. Es una desventaja que debemos tener en cuenta a la hora de valorar los resultados.
También se puede necesitar la evaluación directa mediante observación en entornos naturales.
En el CEI València siempre andamos a la búsqueda de estás conductas adaptativas, esas “claves” que el niño o la niña puede utilizar en su día a día para afrontar los retos que surgen o las adaptaciones que pueda hacer el medio para adaptarse a las habilidades del pequeño/a, logrando que cada vez sea más independiente y se encuentre a gusto en su proceso de crecimiento y aprendizaje.