En este artículo intentaremos ayudaros a reconocer los detalles que diferencian a un/a niño/a con una conducta disruptiva derivada de un desorden sensorial, de uno/a cuyo mal comportamiento se debe a otro tipo de motivos. Es recomendable que el/la primero/a reciba un tratamiento desde un servicio de terapia ocupacional, con enfoque de integración sensorial, mientras que el/la segundo/a ha de recibirlo desde un servicio de psicología.
Actualmente, todavía son muy comunes los comentarios que se refieren al carácter de los/as niños/as con frases del estilo:
“Qué niño/a más borde.”
“Este/a niño/a siempre está enfadado.”
“Tiene muy mal humor.”
“No quiere relacionarse con sus iguales.”
“Este/a niño/a es un/a payasete/a.”
“Vaya niño/a más asquerosete/a.”
“Qué niño/a más desorganizado/a, es un desastre.”
“Es un/a vago/a, nunca quiere ordenar su habitación.”
En muchas de las ocasiones, estos comportamientos vendrán derivados de nuestro perfil sensorial. A todas las personas, niños/as, adolescentes, adultos/as o ancianos/as se nos dan mejor unas cosas que otras, y lo compensamos centrándonos más en aquello para lo que somos más hábiles. Los niños funcionan de la misma manera.
Os explicaré de forma brevísima algunos de los perfiles sensoriales, con cierto desorden, que pueden acarrear conductas disruptivas.
¿Qué es el sistema vestibular?
Este sistema es el responsable de percibir el movimiento de nuestro cuerpo en el espacio (al igual que el sentido del gusto se encarga de percibir los sabores) y su labor es madurar ciertos componentes que son necesarios a la hora de realizar funciones importantes en el desarrollo del/a niño/a.
Cuando se produce un desorden en este sistema, podemos encontrar algunas de estas conductas en los/as niños/as: los/as que se portan mal porque no hacen caso al decirles que estén quietos en clase; los/as que no te oyen cuando les llamas; los/as que son muy desastrados porque juegan a mil cosas simultáneamente y no recogen nada; los/as que salen del colegio muy nerviosos, etcétera.
Por otro lado, estarían los/as niños/as que parecen tener miedo por todo, son más irritables, se enfadan con asiduidad, son quejicas y gruñones.
¿Qué es el sistema propioceptivo?
Este sistema nos informa sobre la posición de nuestro cuerpo a través de sensores localizados en músculos, tendones y articulaciones.
Cuando este sistema todavía no está maduro, suelen presentarse casos en que los/as niños/as parecen torpes: se tropiezan con su propio cuerpo; siempre están en el suelo tirados; no quieren sentarse bien en la silla; los califican como vagos/as, o hacen el payasete para que sus dificultades les parezcan graciosas al resto de la gente, si bien no, todo lo contrario, se enfadan cada vez que esto sucede.
Otra clase de problemas son los que pueden surgir al comer, pareciendo que el/la niño/a es un poco sucio/a, se mancha incesantemente y trata de introducirse grandes cantidades de comida en la boca.
¿Qué es el sistema táctil?
Este sistema no solo nos informa de texturas, temperaturas, dolor o presión, sino que también marca el límite entre el entorno y nosotros. Por eso, las sensaciones táctiles son fundamentales para una adecuada interacción social y emocional.
Los/as niños/as con este sistema pendiente de madurar pueden estar casi siempre enfadados/as, muy alterados/as, nerviosos/as y carecer de capacidad para escuchar y razonar, si están, por ejemplo, sudados o están en un lugar con mucha gente (tiendas, supermercados, parques de bolas).
Otro tipo de niños/as serían los que se enfadan porque les cogemos de la mano, los/as que van corriendo a todas horas, los/as que quieren mimos, pero solo cuando ellos van a pedirlos.
Todas estas dificultades crean grandes frustraciones que el/la niño/a es incapaz de gestionar y generan conductas disruptivas que van aprendiendo ante situaciones que acentúan el desorden sensorial.
Tal vez, al leer el artículo hayáis identificado algún/a niño/a de vuestro entorno con estas características, debemos tener presente que un/a niño/a es sólo un/a niño/a, y no tiene el mal fondo que a veces los adultos creemos ver detrás de estos comportamientos. Es por ello que hay que buscar el origen de las malas conductas sin tachar a ningún/a niño/a de “malo/a” ni emplear otra etiqueta descalificativa que luego le perdure en el tiempo.
Si queréis saber más sobre los perfiles sensoriales, las conductas y las causas que puedan desencadenarlos, no dudéis en acudir a nuestro curso de Integración Sensorial, que tendrá lugar los días 26 y 27 de octubre en el CEI València.