DIFICULTADES EN LA ALIMENTACIÓN II
Hipersensibilidad táctil y nutrición

En un artículo anterior os hablamos de los factores que interactúan cada vez que nos sentamos a la mesa, clasificándolos y ofreciendo ayudas para identificar posibles alteraciones. En este artículo hemos decidido centrarnos en las dificultades en la alimentación, que aparecen debido a los problemas derivados de una hipersensibilidad a los estímulos táctiles.

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Nuestras manos, pies y boca concentran una gran cantidad de receptores, que nos permiten recoger información del medio. Nuestro sistema táctil es el encargado de reunir e interpretar estas sensaciones, las características sensoriales del alimento: información sobre la textura, dureza, viscosidad, cohesión, humedad, tamaño o temperatura. Cuando hablamos de una híper respuesta a nivel oral nos referimos a la dificultad para tolerar los estímulos sensoriales en la cara, encías y cavidad oral.

Todo el mundo conoce a alguien que no soporta el zumo con pulpa, la textura de las acelgas hervidas (una servidora), que la viscosidad de la grasa les provoca arcadas, que la rúcula les pincha o que necesita que la salsa de tomate este perfectamente triturada. No todos procesamos les estímulos de la misma manera y, por eso, a cada uno nos molestan diferentes sabores o texturas. Pero cuando estos problemas se inician en la primera infancia, son generalizados, y afectan a la calidad de la alimentación, es necesario recurrir a un profesional.

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS QUE DENOTAN DIFICULTADES EN LA ALIMENTACIÓN

Aunque las dificultades en la alimentación pueden aparecer durante los primeros meses (por ejemplo, al introducir el biberón) o cuando la nutrición se encuentra más o menos consolidada (involucrando solo alimentos puntuales), las dificultades que implica la transición hacia nuevos sabores, texturas o temperaturas, normalmente suelen aparecer durante la introducción de los purés, sobre todo cuando dejamos de colarlos y empezamos a dejar que el niño encuentre trocitos de comida.

Algunos indicios que nos pueden ayudar a la híper respuesta en el sistema táctil son:

  • Patrones oro motores normales: la succión o deglución, suelen ser funcionales.

  • Evita tocar alimentos con las manos.

  • Evita estímulos en la región oral: no solo la comida, el lavado de dientes suele ser un gran problema.

  • Reflejo del vómito muy presente.

  • Los alimentos son escupidos o tragados muy rápidamente: sobre todo ante alimentos nuevos, el niño prefiere sacarse el alimento de la boca o tragar sin masticar para que este estímulo desaparezca lo más rápido posible.

  • Prefieren alimentos de una sola textura.

  • No tiene por qué rechazar objetos: la exploración oral de objetos “no comestibles” no tiene por qué verse perjudicada.

Debemos tener en cuenta que, raramente, se tratará de un problema aislado que afecta únicamente a la alimentación y a nivel corporal, también veremos rechazo a algunos tejidos, al contacto con otro, a ensuciarse… etc.

ADAPTAR LA HORA DE LA COMIDA

Cuando algo nos desagrada o molesta nuestra reacción es querer controlarlo al detalle, saber lo que va a pasar en cada momento para prepararnos e intentar eliminar los factores externos que no podemos controlar.

Los cambios, para estos/as niños/as que presentan dificultades en la alimentación, deben ser pequeños y en la medida de lo posible, consensuados para no crear más ansiedad:

  • Ofrecer independencia:  fomentar la autoalimentación siempre respetando la edad del niño o de la niña. Puede ser desde dejar que él/ella elija cuando vamos a darle la próxima cucharada, hasta que nos ayude a preparar la comida o diseñar el menú semanal. Al ofrecerle controlar aspectos de esta rutina, reducimos su ansiedad y fomentamos su interés.

  • Inputs propioceptivos: cuando nos pica un mosquito nos rascamos, presionamos la zona o aplicamos frio; son formas de aportar una mayor entrada de estímulos a la zona para saturarla y no sentir el picor. Lo mismo hacemos con la boca, realizar actividades oro-motoras como succionar, morder o masticar, nos ayuda a inhibir estímulos “desagradables”. Realizar ejercicios de masticación antes de comer con la ayuda de un mordedor o incluso durante las comidas nos puede ayudar.

  • Introducción de alimentos crujientes: en relación con el punto anterior, los alimentos crujientes, ¡ojo! que dejen poco residuo, pueden ser muy útiles para aportar estímulos propioceptivos.

  • Fomentar la exploración oral: dependiendo del grado de aversión podemos empezar por objetos, o interactuar con los alimentos simplemente pasándolos por el labio o besándolos, por ejemplo.

  • No obligar: la relación de estos niños con la comida es muy delicada. Es normal que nos preocupe la alimentación de nuestros hijos, pero presionar u obligarles a comer puede intensificar su rechazo hacia el alimento.

 

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Cuando vemos que nuestro/a peque presenta dificultades en la alimentación, debemos saber cómo y cuándo aplicar estas ayudas; dejarnos asesorar por un terapeuta ocupacional que evalué cada caso y que aplique las medidas adecuadas es la mejor opción. El enfoque puede ser multidisciplinar, involucrando a terapeutas ocupacionales, logopedas, e incluso en los casos de bajo peso, nutricionistas.

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