EL SISTEMA TÁCTIL: SEÑALES DE ALERTA Y CÓMO TRABAJAR CON ÉL

Caricias, roces y picores, nuestra piel es un gran órgano sensible que nos proporciona una entrada de información constante de todo aquello que nos rodea a un nivel íntimo.

El sistema táctil es el más conocido de los tres sistemas sensoriales básicos. Corresponde a la habilidad del cerebro de recibir e interpretar estímulos surgidos a través del contacto con la piel. Es el órgano sensorial que marca el límite entre nosotros y el entorno.

El sistema táctil madura: 

  • Control motor grueso y fino.
  • Desarrollo emocional y social.
  • Esquema corporal.
  • Funciones oro-motoras.
  • Localización táctil.
  • Discriminación táctil.

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LA SENSIBILIDAD A LOS ESTÍMULOS Y SUS SEÑALES DURANTE EL DESARROLLO

Nuestro sistema táctil puede ser más o menos reactivo, comportando una serie de problemas cuando los niveles de sensibilidad son muy altos o muy bajos. 

Aquello más notable y que más puede interferir en la vida de un/a niño/a es la hipersensibilidad a estos estímulos. Es decir que para este niño o niña son tan potentes las entradas de información que producen irritación e incluso dolor. Algunos signos son: 

  • Le molesta la ropa nueva, las etiquetas, o le pican muchos tipos de tejido.
  • Le puede irritar jugar con pintura de dedos, espuma, arena, caminar sobre la hierba. Puede rechazar jugar con estas texturas o gustarle, pero mostrarse muy nervioso o irritado después. 
  • Le molesta estar manchado y suele ser imperiosa la necesidad de limpiarse.
  • Problemas con la alimentación, su dieta suele ser restringida y surgen problemas en la introducción de nuevas texturas, muy selectivos con la comida.
  • Puede rechazar el contacto con otras personas, sobre todo si no las conoce bien; tiene comportamientos como pasarse la mano con fuerza por la mejilla cuando recibe un beso o alterarse si recibe caricias suaves o inesperadas. 
  • Puede identificar un roce o un pequeño golpe como una agresión.

Por otro lado, podemos encontrar casos en los que estos estímulos son débiles y pueden llevar a confusión y a dificultades en la discriminación. Algunos signos son: 

  • Necesitan una exploración excesivamente táctil.
  • Niños y niñas que les cuesta identificar donde se han golpeado o, sin mirar, saber donde tienen una parte del cuerpo.
  • Niños/as incapaces de reconocer texturas o formas sin usar la vista, por ejemplo, no pueden encontrar objetos dentro de su mochila solo con el tacto. 
  • Niños y niñas a los que se les “hace bola la comida” ya que no son capaces de posicionar y mover correctamente la comida en la boca. 
  • Niños/as con dificultades en tareas de coordinación motora gruesa y fina: correr, chutar, recortar, escribir… 

CÓMO TRABAJAMOS CON EL SISTEMA TÁCTIL

Podemos reducir el ruido si somos sensibles, pero no podemos evitar recibir información táctil durante el día; niños/as con hipersensibilidad al tacto pueden acumular irritación de todos estos estímulos que les resultan desagradables, dificultando mucho su participación en el día a día y su desarrollo emocional. 

Algunas maneras de introducir estos estímulos en el día a día de forma agradable, para acostumbrarnos y que estos inputs no tengan tanto impacto, son: 

  • Arena mojada con agua: esto es perfecto en verano, ofrece muchas posibilidades de construcción y manipulación, la arena mágica que podemos encontrar en muchas jugueterías también funciona muy bien. 
  • Hacer masa de pan, tartas o empanadillas, por ejemplo, cosas en las que necesitemos pringarnos las manos, y con un aliciente extra porque ¡luego podremos comernoslas!
  • Macarrones, lentejas o estrellitas para la sopa: podemos hacer collage o llenar botes y tener que buscar cosas dentro como si de un tesoro se tratara. 
  • Pintar con los dedos.
  • Jugar con peluches de diferentes tejidos y texturas.

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Si las sensaciones comienzan a abrumarnos podemos utilizar el tacto profundo, aquel que conseguimos con un fuerte abrazo, para reducir el impacto de los estímulos agresivos. Por ejemplo, si estamos pintando con los dedos y el niño empieza a mostrar signos de nerviosismo podemos pedirle que nos deje sus manos, y mientras las rodeamos con las nuestras, apretando, las deslizamos desde las muñecas hasta la punta de los dedos, como si quisiéramos escurrir toda la pintura. Este es un ejemplo de tacto profundo, pero también lo podría ser jugar a una guerra de cojines o echarse encima un par de mantas gruesas. 

Para identificar correctamente estas dificultades, y desarrollar un plan de tratamiento efectivo, una terapeuta ocupacional formada en integración sensorial es nuestro mayor aliada. 

 

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