Está comprobado, somos seres rutinarios, los hábitos nos dan tranquilidad y nos hacen el mundo más predecible, sin terribles imprevistos a los que tener que hacer frente y activar todos nuestros sistemas de alerta.
Nuestros niños y niñas han disfrutado de las merecidas vacaciones, casi tres meses visitando playas y piscinas, naturaleza, ciudades y pueblos, viajando o haciendo excursiones, jugando o simplemente no haciendo nada. En fin, nada que ver con la rutina que llevamos durante todo el año.
¿Pero, cómo preparar a los niños para esta vuelta al cole? Nosotros conocemos bien la famosa crisis post-vacacional, nuestros/as pequeños/as también van a necesitar todo nuestro apoyo en esta etapa. Como hemos dicho antes, nuestros cerebros están programados para procesar aquellas cosas que son predecibles, por lo que nos sentiremos más seguros y con más recursos si llevamos a cabo algunas estrategias:
Intentar anticipar, en la medida de lo posible, qué se va a encontrar el niño en su nueva etapa. Por ejemplo, sería conveniente conocer al profesor o profesora que va a tener, visitar el centro, conocer las instalaciones, que nos comenten cómo va a ser la dinámica del día a día, etc.
Demostrarle que confiamos en que estará bien, pero sin adivinar, ni exagerar. Por ejemplo, sería conveniente evitar frases del tipo “te lo vas a pasar bien” o “te encantará” por otras como “que disfrutes mucho”, “ojalá te guste”, etc.
Acomodar los horarios de forma paulatina a lo que será la nueva rutina, sobretodo en lo referente al sueño y las comidas. Durante el verano, nuestros horarios son totalmente diferentes a los llevados durante el año.
Emplear el juego simbólico o cuentos en donde podamos contar o imaginar historias sobre el colegio, sobre situaciones que podrían pasar, sobre cómo se sienten nuestros personajes, etc.
Utilizar elementos de anticipación visual en los que podemos ir “descontando” los días que faltan para empezar. Podemos encontrar numerosos ejemplos, o bien elaborar nosotros mismos según los intereses de nuestro niño o según nuestra imaginación nos guíe.
Preparar juntos todo aquello que vamos a necesitar: para qué sirve cada cosa, cuando lo necesitará, etc.
Intentar estar en comunicación con el profesor desde el principio: transmitirle nuestras dudas, inquietudes, miedos o aspectos a tener en cuenta.
Despedirnos siempre de nuestro hijo/a, explicarle que luego volveremos o quien le recogerá. Jamás debemos desaparecer de su campo de visión sin dar explicaciones o emplear afirmaciones falsas del tipo “solo estarás un momentito y ahora vengo”.
Escuchar al niño, que exprese sus inquietudes, sus miedos, aquello que más incertidumbre le provoca. En caso de ser muy pequeño podemos usar los recursos de juego que antes comentamos.
Estas serían algunas de las estrategias a llevar a cabo, pero solo nos deben de servir como premisa “general” a la que debemos aportar aquello que consideremos necesario en nuestro caso, porque cada familia es única y especial, por lo que cada una va a tener unas circunstancias diferentes.
Ante todo, el niño o niña nos va a necesitar a nosotros/as, que estemos ahí ofreciendo apoyo y aliento en este proceso, por lo que nunca debemos olvidar la receta más importante: paciencia, amor, cariño y más paciencia.