MAR Y PISCINA: DIVERSIÓN Y ESTIMULACIÓN
¡El medio acuático presenta un sinfín de posibilidades!

Todos/as hemos oído que la natación es un ejercicio completo y no podemos estar más de acuerdo. Pero no solo para el cuerpo, para nuestros sentidos el ir a la piscina o la playa es un banquete de nuevas sensaciones y una fantástica forma de trabajar desde la integración sensorial. ¿Qué trabajamos en el medio acuático?

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En el agua nos sumergimos, saltamos, damos volteretas, nuestro cuerpo está constantemente adaptándose a los cambios de posición de la cabeza. Nuestro sistema vestibular trabaja incansablemente, ya sea haciendo cabriolas en la piscina o relajándonos en una colchoneta mientras nos mecen las olas del mar, ya que el vaivén del agua, suave y rítmico, también proporciona mucha información.

Para los/as niños/as con una híper respuesta a los estímulos vestibulares el medio acuático puede ser un medio mucho más amable para empezar a trabajar ya que ofrece más seguridad y una entrada constante de estímulos propioceptivos.

La resistencia que ofrece el agua nos ayuda a activar nuestros músculos, proporcionándonos información constante sobre nuestro cuerpo, nuestro sistema propioceptivo se nutre de estas sensaciones. Así, el medio acuático, nos ayuda a regularnos, a aumentar nuestra conciencia corporal, a aumentar la fuerza y la resistencia. Por ejemplo, la natación es un ejercicio genial para trabajar la musculatura extensora y la co-contracción, componentes muy importantes para obtener una buena postura en la silla y para desarrollar la escritura.

Y llegamos a la parte táctil. La piscina y sobretodo el mar, tiene un porcentaje alto de irritar a nuestros niños más táctiles. Bañadores mojados que se pegan, arena por todas partes, la hierba que nos pincha los pies, el roce con otros niños, el alga que nos acaricia la pierna… si queremos que todos disfruten, debemos anticipar, en la medida de lo posible, y contar con una estrategia para minimizar la exposición (llevar varias mudas de recambio, superponer toallas para evitar que la hierba nos pinche, o sacar partido de las sabanas viejas como en la fotografía). Una vez detectado el estímulo que más altera a nuestro/a niño/a, solo tenemos que utilizar la imaginación para encontrar una solución y hacer de esta experiencia en el medio acuático una experiencia positiva.

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También es una actividad que nos ayuda a introducir nuevas responsabilidades y rutinas. Preparar la mochila para ir a pasar el día a la playa siempre nos motiva más que prepararla para ir al cole, ¿verdad?

Ayudar a elaborar la comida, decidir que juguetes nos llevamos y cuales no, haciendo participe al niño o a la niña de la actividad y de las decisiones.

Lo mejor de todo es que resulta una actividad motivadora, porque todo el trabajo se realiza desde el juego y para una finalidad lúdica.

Y si nada de esto nos convence solo tenemos que preguntarnos ¿Y lo bien que dormirán esta noche?

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