La baja tolerancia a la frustración es la reacción emocional que se da cuando la persona es incapaz de asumir la realidad. Surge de la diferencia entre lo que ocurre realmente y lo que habíamos pensado que sucedería.
Sus signos más visibles en menores son la exigencia y la falta de flexibilidad.
El abuso de videojuegos o internet, el dejarles hacer constantemente aquello que desean, o la laxitud en las normas entre otros, hace que los adolescentes sean más exigentes y demandantes y busquen satisfacer sus necesidades de forma inmediata, manifestando enfados desmesurados cuando no consiguen esta rápida satisfacción, llegando a agredir o a culpar a otros de sus errores. Esto puede llevar a muchos/as jóvenes a desarrollar síntomas de ansiedad por la falta de flexibilidad antes los cambios.
Una buena educación en inteligencia y en regulación emocional es la clave para tolerar la frustración. Apoyarnos en la empatía va a facilitar que los niños y las niñas entiendan cómo les afectan las situaciones a los demás, y de este modo, en la adolescencia, serán capaces de tolerar y aceptar lo que pasa a su alrededor de forma más natural.
Para poder tomar buenas decisiones es muy importante saber utilizar la información que proporcionan las emociones. El manejo de estas fomenta el control, y evita una actuación automática frente a las situaciones frustrantes. Algunas técnicas o estrategias que pueden ayudar a regular las emociones a nivel terapéutico son:
No solo la terapia puede ayudar a tolerar mejor la frustración y a regular las emociones, también la familia puede llevar a cabo otras medidas a largo plazo como:
Debemos saber que antes de empezar a gestionar las emociones y los sentimientos relacionados con la frustración, debemos reconocer y aceptar que el mundo no es siempre lo que queremos y es necesario asumir que no siempre se va a conseguir todo lo que uno desea.
Es bueno hacer reflexionar a los adolescentes para que vean las recompensas a largo plazo como más gratificantes que las inmediatas y que a veces, podemos llegar a conformarnos con menos de lo que deberíamos debido a la impaciencia, como sabemos, la paciencia es la virtud del fuerte.
Frustrarse no es agradable, pero tampoco es insoportable. Por ello, debemos ayudar a que puedan cambiar su actitud y sus pensamientos, que lleguen a la conclusión de que, a veces, los fracasos pueden ayudar a hacernos más fuertes y que aprender de los errores permite desarrollar diferentes estrategias y soluciones que hacen que nos adaptemos mejor a situaciones futuras y, en general, a los cambios.