La Neuropsicología Infantil surge como una especialidad dentro del campo de la neuropsicología clínica. Se conoce también como Neuropsicología del Desarrollo y, su finalidad es estudiar las relaciones entre la conducta y el cerebro durante la niñez y la adolescencia.
Su objetivo consiste en comprender la función del sistema nervioso durante las primeras etapas de la vida, y analizar si puede contribuir a explicar por qué el cerebro se muestra con mayor flexibilidad para compensar las lesiones y las variaciones ambientales que puedan producirse.
Un elemento diferencial específico de la Neuropsicología infantil con respecto a la del adulto es el estudio del cerebro en desarrollo y sus repercusiones sobre el comportamiento (tanto en niños/as con lesión o disfunción cerebral, como en los sanos), en el que se toman en cuenta los cambios evolutivos producidos dentro del sistema nervioso infantil.
Otro aspecto destacable es la perspectiva neurobiológica, es decir, el estudio de la conducta del niño/a desde el cerebro, ya que los cambios cerebrales generados en el contexto evolutivo y la maduración cerebral en la infancia son muy intensos.
La Neuropsicología Clínica es una ciencia interdisciplinar que, recogiendo las aportaciones de la Neurología y de la Psicología, tiene como finalidad describir, diagnosticar y tratar las alteraciones cognitivas y conductuales resultado de una posible afectación funcional y/o estructural del Sistema Nervioso Central.
La Neuropsicología Clínica es extremadamente útil para completar el diagnóstico neurológico, para la evaluación de los efectos de un tratamiento médico o quirúrgico, para la readaptación funcional del paciente con un síndrome orgánico cerebral, así como para la investigación aplicada.
Hay muchas razones por las que la Neuropsicología Infantil cobra importancia en las últimas décadas, entre ellas:
Por todo ello, es esencial un programa de rehabilitación neuropsicológica personalizado de las funciones neurocognitivas.
Los programas de rehabilitación neuropsicológica recogen todo aquello que tiene que ver con las funciones cognitivas superiores, entre las que se encuentran:
o Selectiva: permite seleccionar un estímulo en presencia de distractores. Por ejemplo, cuando tienes una estantería llena de zapatos, y necesitas las zapatillas de correr. Al tener que buscar el calzado que has de ponerte, esta tarea requiere de atención selectiva, por lo que centras tu atención en las de correr para encontrarlas y usarlas.
o Alternante: permite cambiar el foco atencional entre tareas de diferente requerimiento cognitivo. Dos tareas que no podemos realizar a la vez (por ejemplo, leer un texto y hablar con alguien).
o Sostenida: permite mantener la concentración en estímulos que aparecen de una manera prolongada en el tiempo, lentamente y de manera aleatoria. Por ejemplo, cuando leemos un libro, ya que requiere una respuesta continua ante un estímulo concreto, el texto, así como el procesamiento de la información recibida que nos permite comprender lo que estamos leyendo.
o Dividida: permite ejecutar con éxito más de una acción a la vez, prestando atención a dos o más canales de información/modalidades. Por ejemplo, cocinar varias comidas al mismo tiempo, tocar un instrumento (leer la partitura y tocar el instrumento) o cuando necesitamos escribir y a la vez escuchar y mirar al profesor.
o Memoria episódica: permite guardar recuerdos relacionados con eventos personales. Por ejemplo, recordar el día de nuestra comunión, qué hemos comido o cuándo tenemos una cita con el médico.
o Memoria semántica: contiene información sobre nuestro conocimiento general del mundo y sobre lo que hemos aprendido. Por ejemplo, permite saber cuál es el significado de una palabra y saber relacionar varios conceptos.
o Flexibilidad cognitiva: capacidad que tiene nuestro cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamiento a situaciones novedosas, cambiantes o inesperadas. Permite tolerar los cambios, mirar desde diferentes perspectivas y tolerar mejor los errores.
o Memoria de trabajo: conjunto de procesos que nos permiten almacenar y manipular temporalmente información para hacer tareas cognitivas complejas como la comprensión del lenguaje, la lectura o el razonamiento. Por ejemplo, cuando nos dicen un número de teléfono y debemos retenerlo mentalmente para marcar las teclas.
o Velocidad de procesamiento: el tiempo que le lleva a una persona hacer una tarea mental. Tiene que ver con la velocidad en la que una persona capta y reacciona a la información que recibe.
o Inhibición: capacidad para inhibir o controlar las respuestas impulsivas (o automáticas), y generar respuestas mediadas por la atención y el razonamiento. Un déficit en la capacidad de inhibición es el problema principal de trastornos como el TDAH.
o Monitorización: capacidad para supervisar la conducta que llevamos a cabo y asegurarnos de que se adapta a las circunstancias. Por ejemplo, cuando un niño está realizando una operación matemática, es necesario que preste atención a si está haciendo bien los cálculos y apuntando los resultados correctamente.
o Planificación: capacidad de anticipar mentalmente la forma correcta de ejecutar una tarea o alcanzar una meta específica. Permite decidir sobre el orden apropiado, asignar a cada tarea los recursos cognitivos necesarios y el establecer el plan de acción adecuado.
o Toma de decisiones: capacidad para elegir una alternativa entre varias de manera eficiente y meditada.
o Resolución de problemas: capacidad para llegar a una conclusión lógica ante el planteamiento de una incógnita.
La Neuropsicología permite dotar de estrategias para favorecer las funciones cognitivas. Si el cerebro no aprende correctamente, ya sea por estímulos inadecuados, por una actuación inadecuada o por razones intrínsecas, los aprendizajes posteriores serán mucho más complicados.
La Neuropsicología Infantil también permite un buen control emocional. Las competencias emocionales son muy importantes para explicar el funcionamiento del niño en todas las áreas de su vida. Existe una clara relación entre las emociones y el aprendizaje. La Neuropsicología Infantil pretende enseñar a reconocer las propias emociones y manejarlas. Saber ponerse en el lugar de los demás y crear relaciones sociales.
El objetivo de la Neuropsicología Infantil es modificar nuestras experiencias para llevar a cabo aprendizajes más efectivos a través de estímulos enriquecedores, situaciones de aprendizaje individualizadas y específicas, modificaciones de conducta y educación en inteligencia emocional.
En el CEI València disponemos de un gran equipo formado en neuropsicología que estará encantado de atender cualquiera de vuestras dudas.